Murallas de Sevilla
El resto arqueológico más antiguo que certifica la presencia de vida como poblado en la actual Sevilla data del siglo VIII a.C. (hace casi 3.000 años) y aunque es presumible que contaran con murallas o muros defensivos, no es hasta la época de control cartaginense cuando se tiene constancia de un muro probablemente de piedras, troncos y barro. Posteriormente, en época de Julio Cesar y su hijo Augusto, se cree que la ciudad tuvo su primera muralla propiamente dicha y más tarde una ampliación debido al auge económico de la colonia.
Con la llegada del Islam la muralla se mantiene, aunque durante los próximos 400 años sufre dos derribos, uno tras ataque normando (Vikingos) y otro tras disputas con el Califato Cordobés. Finalmente la muralla es reconstruida y con la llegada de los Almorávides, que la amplían en el siglo XII y los Almohades que la refuerzan y mejoran en el 1220, obtenemos lo que sería el recinto amurallado definitivo de la ciudad, que sólo fue modificado en sus puertas durante el siglo XVI hasta su posterior derribo en el siglo XIX.
La muralla de Sevilla, según Rodrigo Caro, en el siglo XVII medía 8750 varas castellanas (7314 metros) abarcando en su forma de elipse unas 234 Ha. Durante su recorrido había distribuidas 166 torres de planta cuadrada y octogonal separadas entre sí por unos 40-60 metros, 13 puertas y 2 postigos. La muralla fue construida por los Almorávides y posteriormente, los Almohades le añadieron dos metros de altura. Estos últimos, también construyeron la Barbacana delantera, un foso exterior y la Torre del Oro. Dicha torre se encuentra en la zona sur junto al río, para mejorar la defensa de la ciudad, cerrando la zona portuaria. Sobre las puertas de esta época y antes de su derribo y reconstrucción en el siglo XVI, sabemos que su característica más destacada era su disposición de entrada acodada y angosta, quedando actualmente un ejemplo de esto en la Puerta de Córdoba.
Tras la reconquista de la ciudad por Fernando III, y con la toma del Reino de Granada, el sentido militar de las murallas pasa a un segundo plano, primando el sentido de protección frente a las crecidas del río. Esto provoca que las murallas lleguen al siglo XVI con un aspecto plenamente medieval. En este momento, es cuando se decide acometer las reformas necesarias en murallas y puertas para una ciudad de primer orden mundial y puerto exclusivo del comercio con América.
En estas nuevas puertas realizadas por Hernan Ruiz II, Benvenuto Tortello y Asensio de Maeda se procuró mejorar tanto estética como prácticamente, surgiendo un interés por convertir a la ciudad medieval en una metrópoli mercantil abierta al mundo.
Por desgracia todas las cosas en este mundo parecen tener su fin y es a mediados del siglo XIX, con la llegada de las nuevas mejoras industriales, como el ferrocarril y el aumento en el tránsito de carruajes o las mejoras sociales, con las revoluciones que sacuden todo el continente europeo exigiendo cambios radicales, cuando se comienzan a derribar las murallas y puertas de Sevilla, perdiendo en unos 60 años casi la totalidad de su recinto amurallado.
El recinto amurallado fue declarado como Monumento Nacional en 1908 para evitar su completa desaparición. No obstante estuvo casi todo el siglo XX en un estado de completo abandono, hasta que a finales de siglo se comenzó un proceso de restauración en dos tercios del recinto, quedando el resto restaurado finalmente a inicios del siglo XXI. Además se recuperaron unos 200 metros de Muralla en los Jardines del Valle y se han ido documentando los restos del recinto en numerosas obras
Aún así, la situación de este Monumento Nacional es bastante pobre en comparación a la protección ofrecida a sus habitantes durante tantos siglos, tanto militarmente como evitando las riadas del Guadalquivir. Por ello, sus dirigentes tienen la deuda moral de dar el sitio que se merece y crear el recuerdo necesario para con sus murallas y puertas.
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